A pesar de que El Salvador continúa la transición de la época seca a la época lluviosa, entre abril y mayo de 2020, se han registrado intensas tormentas en el territorio nacional.
Esa lluvia viene acompañada del alto riesgo de inundaciones, generalmente, por la obstrucción en los drenajes pluviales y en las quebradas, donde se acumulan todos los desechos que fueron arrojados en los espacios públicos.
Entre los residuos sólidos, son los plásticos, debido a su volumen y dificultad para desintegrarse, los que más obstaculizan el cauce normal de los ríos.
Frente a esa problemática, en el Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales, hemos impulsado el Plan Restauración de Ríos. Entre otras acciones, instalando riobardas en los puntos críticos de los cauces más contaminados, a fin de atrapar los residuos flotantes antes que lleguen al mar.
Estas trampas artesanales, son elaboradas con desechos recuperados y el apoyo de las comunidades que habitan las riberas, pues eran directamente afectadas por las enfermedades e inundaciones, que provocaban 9446 libras de plástico y 11,079 libras de materiales orgánicos, que a la fecha han sido retiradas a través de siete riobardas.
Cuando no separamos, reusamos o reciclamos, generamos un mayor volumen de desechos sólidos que, al no ser tratados adecuadamente, terminan contaminando nuestros ríos, humedales y el ecosistema marino. Una acción irresponsable que amenaza la calidad de nuestros recursos hídricos.
En ese sentido, en el Ministerio de Medio Ambiente, confiamos en la educación ambiental que genera conciencia ciudadana, para superar la cultura del arrojo y transitar hacia una economía circular, que reintegra los desechos a la cadena productiva, evitando la generación de nueva materia prima.
Cuando separamos desechos y respetamos horarios de recolección, generamos oportunidades de negocio con el reciclaje y, disminuimos las posibilidades que terminen acumulados en tragantes o quebradas.
Además, del riesgo de pérdidas humanas o las enfermedades respiratorias y gastrointestinales, las inundaciones también afectan económicamente, con la destrucción de: viviendas, medios de transporte, cultivos e infraestructura pública, como los centros escolares o carreteras.
El consumo responsable implica la disposición adecuada de los desechos sólidos, como parte de las buenas prácticas ambientales, que previenen contaminación de nuestros recursos naturales y, reducen el impacto de peligrosas inundaciones, durante la época lluviosa.