Una tortuga carey que ingresó a nuestra clínica veterinaria el pasado 20 de abril fue dada de alta y liberada en un área natural protegida del país. Fue encontrada por nuestros guardarrecursos sin poder sumergirse, por lo que fue trasladada para recibir atención médica.
El ejemplar, que medía 58 centímetros de largo y 49 de ancho, ingresó por problemas de flotación y fue medicada. El equipo veterinario se encargó de sacarle el aire acumulado en el interior de la cavidad para estabilizarla y le suministraron alimentación de manera asistida.
Estuvo en observación durante varios días y mostró mejoría, ya que permanecía sumergida la mayoría del tiempo. Los resultados de los exámenes dieron rangos normales y el equipo veterinario realizó todas las evaluaciones pertinentes para determinar que era momento de regresarla a su hábitat natural.
La tortuga carey es una especie en peligro crítico de extinción, de acuerdo con la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). Otra especie que está en esta categoría es la baule.
El Salvador tiene el privilegio de ser “la capital de la tortuga carey”, ya que desde Ecuador hasta California, el 70 % de esta especie anida en nuestra costa.
Esta especie se distingue fácilmente de otras tortugas marinas por su pico puntiagudo y curvo con una prominente mandíbula superior (tomium) y por los bordes en forma de sierra de su caparazón.
El Salvador es el segundo país más importante, después de México, para la preservación de las tortugas marinas. El Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales (MARN) ha prohibido de forma permanente la extracción, el comercio y el consumo de huevos de tortuga, extracción y venta de carne, sangre, huevos y caparazones de tortuga, fragmentos y todo producto elaborado a partir del caparazón.
Además, trabajamos en conjunto con las comunidades para concienciar e impulsar con fuerza la conservación de la tortuga carey, así como al resto de especies que anidan en nuestra costa: como la baule, la prieta y la golfina.
Las tortugas marinas son más que una especie animal, su existencia se vuelve vital para mantener el equilibrio de los océanos. Se alimentan de medusas y algas marinas, que a su vez posibilitan el desarrollo de otras especies, por ello son llamadas las jardineras del mar.
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