Impulsamos la reforestación y la restauración ecológica de manglares con nuestra campaña Árboles para El Salvador en el Área de Conservación Bahía de Jiquilisco, en Usulután, donde se encuentra más de la mitad del total de manglares del país. Continuamos sumando esfuerzos junto a nuestro personal técnico y de guardarrecursos para contribuir a restaurar las funciones ecosistémicas en nuestros boques salados.
Mientras el sol muestra sus primeros rayos, el equipo se embarca para aprovechar la marea. El tiempo apremia, por lo que al llegar al lugar todos se pone en función de cumplir la meta: plantar más de cuatro mil propágulos o candelillas de mangle en menos de dos horas.
Estos procedimientos se realizan durante la marea baja, para que cuando esta suba inunde la zona y proporcione las condiciones necesarias para su desarrollo adecuado. Los manglares son árboles adaptados a los pantanos de agua salada. Dependen de las tierras suaves de los pantanos y las mareas que inundan sus raíces dos veces al día.
La mayoría de las especies son resistentes al calor y a la salinidad del ambiente. Todas tienen adaptaciones que les permiten a sus raíces respirar en la tierra anegada. Esto se logra a través de las gruesas raíces aéreas -que crecen por encima del suelo-, tan características de los mangles, o por medio de los neumatóforos, raíces que se levantan del lodo y toman aire como los tubos de buceo.
Esta es la segunda jornada de reforestación de cuatro que realizamos en esta área de conservación, con las que esperamos impulsar la restauración de, al menos, 20 hectáreas del ecosistema de bosque salado.
A pesar de que los manglares pueden recuperarse de forma natural, la importancia de reforestar estos bosques radica en la recuperación del ecosistema y abona a sus procesos naturales, ya que con los efectos del cambio climático, los eventos naturales extremos ocurren tan pronto que no dan ese espacio para que el mangle pueda, a través de su resiliencia, irse recuperando.
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