El volcán de Santa Ana, o Ilamatepec, es el más alto de El Salvador con 2,381 metros sobre el nivel del mar y uno de los más activos del país. Su última gran erupción en 2005 dejó en evidencia la importancia de su vigilancia constante.
Por eso, constantemente especialistas realizan monitoreo en la zona del cráter. Durante esta actividad, evalúan el nivel del agua de la laguna, condiciones de las fumarolas, miden gases con un equipo multigas y miden la temperatura con una cámara térmica.
El equipo multigas que registra las concentraciones de sulfuro de hidrógeno (H₂S), dióxido de carbono (CO₂) y dióxido de azufre (SO₂). Cualquier variación en estos valores puede ser una señal temprana de cambios en el nivel de la actividad del volcán.
Este monitoreo forma parte de un esfuerzo continuo para vigilar los volcanes activos del país y garantizar la seguridad de la población. Además de contar con un monitoreo permanente de la sismicidad desde el Observatorio de Amenazas y Recursos Naturales.
El volcán de Santa Ana sigue siendo uno de los más vigilados de El Salvador, y cada medición es clave para conocer su comportamiento y estar preparados ante erupciones volcánicas.
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