Las labores de extracción de ninfa o jacinto de agua en la laguna de Metapán iniciaron hace un par de semanas. En promedio se sacan entre 35 y 40 toneladas diarias, que contabilizan un total de 4,500 toneladas extraídas a la fecha. Los trabajos están siendo realizados por voluntarios de algunas de las comunidades aledañas al cuerpo de agua, en coordinación y con el apoyo de la alcaldía de Metapán, los ministerios de Medio Ambiente y Gobernación y Plan Trifinio.
Las jornadas de extracción se ejecutan todos los días y se continuarán hasta que el nivel del agua lo permita, que se calcula podría ser un mes más. Este esfuerzo conjunto es una acción inmediata y de contingencia, pues la contaminación que predomina en la laguna es la de aguas grises, que provocan un desequilibrio en el ecosistema con la proliferación de ninfa como el efecto más visible de la problemática.
A pesar de limpiar el agua a través de la absorción de los nutrientes contaminantes, esta planta invasora crece a un ritmo acelerado y mientras tenga estas condiciones, continuará impidiendo un hábitat propicio para los peces y el desarrollo de actividades económicas y turísticas en la laguna.
“La distribución de la vegetación acuática debe ser proporcional respecto al espacio del cuerpo de agua y la función que cumple. No debe ser jacinto, podría ser una especie de tule u otras, como alternativa de vegetación local”, explica el jefe de Humedales, del Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales (MARN), Jaime Espinoza.
Para ello, se ha realizado muestreo de agua para analizar y comparar las condiciones fisicoquímicas de las dos partes de la laguna y determinar qué factor es más predominante, pues hay una variación en el pH (una variable química que permite medir el grado de acidez de una sustancia).
Con esta información se podrá determinar otras medidas de restauración de mediano y largo plazo, como segmentar la laguna para que ya no se llene más de ninfa y realizar pruebas con otras especies nativas que no proliferen rápidamente y que cumplan la función de depurar el agua, para posibilitar el desarrollo de las funciones ecosistémicas sin causar un daño colateral.
Otro de los efectos que sufre la laguna es el azolvamiento. Cuando la ninfa cumple su ciclo de vida y muere, se va al fondo y crea sedimentos que se convierten en suelo nuevo. Esta condición ha creado una superficie dura que la divide en dos partes.
Rina Calderón, una de las líderes de la zona, explicó que este problema de proliferación de ninfa se da todos los años y algunas de las comunidades asentadas en los alrededores de la laguna trabajan para mitigarlo con el apoyo de instituciones como el MARN, entre otras, que aportan maquinaria, insumos y alimentación.
Añadió que, a pesar de las limitantes ocasionadas por la pandemia por la COVID-19, voluntarios de las comunidades El Zorrillal, Arbizú, Bendición de Dios y El Sitio se han involucrado en las jornadas de extracción.