Ganaderos y agricultores de los alrededores de la laguna de Olomega han modificado sus prácticas productivas tradicionales para conservar y proteger una de las fuentes de agua más grandes en el oriente del país y uno de los ocho humedales protegidos de importancia internacional que tiene El Salvador.
En las fincas de la zona se cuenta con la materia prima para beneficiar con buenas prácticas al medio ambiente y reducir la contaminación de este espejo de agua, que tiene una extensión aproximada de 26.85 km² y está asociado a la cuenca del río Grande de San Miguel. Las siguientes experiencias de ganaderos y agricultores del municipio de El Carmen, ubicado en las riberas de esta laguna, en el departamento de La Unión, son muestra de ello.
Producción de abono orgánico
Verónica Vázquez es una joven ganadera y agricultora. En su finca, que comparte con otros miembros de su familia, tienen ganado para producción de leche y sus derivados. Hace dos años conoció de un proyecto piloto sobre buenas prácticas ambientales en ganadería que llamó su atención y decidió emprender la aventura de elaborar su propio abono orgánico a partir del estiércol de su ganado.
Con asesoría técnica y la construcción de un lombricultor, infraestructura proporcionada también por el proyecto, echó a andar esta iniciativa en beneficio del humedal.
“Estoy en la crianza de lombrices y saco el abono orgánico. De ahí me surgió la idea de sembrar hortalizas y utilizar el abono, que es muy bueno para ellas. Lo he puesto también en maíz y árboles frutales”, comenta mientras presume su cultivo de tomates.
Este abono es el único que utiliza y saca muy buena cosecha. Para su preparación, cuenta, lo primero es colocar una capa de estiércol en el lombricultor, una especie de pileta, donde se deja que se reproduzcan las lombrices. Recolecta los desechos orgánicos que se producen en su casa e, incluso, ha conseguido que una panadería cercana le entregue los cascarones de los huevos que utilizan, para aportarle calcio al abono.
“La cáscara de plátano, procuro incorporársela bastante porque le da bastante potasio al abono y para las plantas es muy beneficioso”, enfatiza Verónica.
En su finca, las buenas prácticas van más allá de lo que aprendió con el proyecto, pues han determinado que no se utiliza glifosato, no hay ningún tipo de quema ni tala y están sustituyendo todo lo químico por lo orgánico para aplicarlo en parcelas de zacate, horticultura y demás cultivos. Además, están en gestiones de implementar el sistema de paneles solares para producir energía limpia.